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Verano, calor y salud

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Llega el verano y hace calor en el hemisferio norte. Hasta ahí, todo normal. Pero cada año los termómetros suben un poco más y se superan registros históricos en diferentes puntos del planeta. En la última semana, una ola de calor en China ha dejado más de 41 ºC en Pekín. Y México y el sur de Estados Unidos han superado los 40 ºC en casi todo el territorio, en un evento que lleva la huella inconfundible del cambio climático.

En España, aunque la última ola de calor no ha sido excepcional, hoy hay entre 10 y 12 días más de calor extremo al año que en 1980, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Y esto está afectando a nuestra salud.

Las olas de calor, cada vez más duraderas, intensas y frecuentes, afectan a la salud y, en particular, a la de los trabajadores más expuestos y las personas más vulnerables (como los mayores, las embarazadas o la gente con problemas cardiovasculares, respiratorios o mentales). Pueden incluso causar la muerte: el año pasado fallecieron en España 5.829 personas por causas atribuibles a las altas temperaturas.

Además, el impacto de las olas de calor varía entre regiones y ciudades. Por ejemplo, en Asturias la mortalidad se dispara a partir de los 26 ºC, mientras en Córdoba lo hace si se superan los 41,5 ºC. No todas las poblaciones ni infraestructuras están igual de preparadas para hacer frente al calor.

Algunos consejos económicos para soportar mejor el calor este verano:

  • Ventiladores. Remover el aire suele rebajar la sensación de calor de forma extraordinaria. Un ventilador gasta unos 4,2 euros a la semana, mientras que el aire acondicionado alcanza entre 55 y 60 euros, haciendo un uso moderado. Es decir, el aire acondicionado es, aproximadamente, 14 veces más caro que el ventilador y, a veces, igual de efectivo. Puedes colocarlos en el techo, en la pared o en el suelo.
  • Toldos en ventanas y balcones. Evitan mucho calor, especialmente en las fachadas orientadas al sur
  • Corrientes: Abrir puertas y ventanas contrapuestas facilita corrientes de aire. Controlar los flujos es una gran alternativa, pero hay que estar pendiente de cuando abrir y cuando cerrar.
  • Beber agua. Es muy importante beber suficiente agua para estar hidratados. Mantener los líquidos fríos unos segundos en la boca antes de tragarlos, puede aumentar la sensación de frescor.
  • Mojarse el cuerpo. Mojarse los brazos, las piernas, el cuello… tiene un efecto refrescante inmediato.
    • Se puede usar un pulverizador de agua. Tener a mano un simple espray con agua, puede aliviarnos mucho calor. Podemos echarnos agua sobre el cuerpo directamente, o espolvorearlo por encima de nosotros. También se pueden humedecer los cojines sobre los que nos sentamos; o las cortinas, sin abusar, porque demasiada humedad en el ambiente aumenta la sensación de bochorno (por eso, es importante no tender la ropa lavada en el interior).
    • Es muy efectivo meter los pies en un barreño con agua fría.
  • Trapos húmedos. Una toalla húmeda al cuello o un trapo húmedo en la cabeza, alternando entre la frente y los brazos o las piernas, puede refrescarnos en las peores horas del día. Se debe también hacer esto con niños, personas mayores o enfermos.
  • Vestir ropa ligera y traspirable.
  • Usar un abanico. Una solución barata y efectiva, como lo demuestran sus siglos de historia.
  • Aprovechar el frescor del suelo. Los suelos de piedra (gres, mármol…) suelen estar frescos, y podemos sacar ventaja de esto andando descalzos e incluso tumbándonos en el suelo, siguiendo el ejemplo de perros o gatos. Por supuesto, se deben quitar en el hogar alfombras y otros tejidos calurosos.
  • Cerrar las habitaciones de la casa más calientes. Si no usamos esas estancias, evitaremos que el calor que ahí se acumule pase al resto de la casa. También puede ser buena idea, poner burletes bajo las puertas, para que cierren bien, incluyendo la puerta de entrada a la vivienda (si da a un lugar caluroso).
  • Poner los electrodomésticos calurosos, por la noche. Si cocinas, enciende la campana extractora para echar el calor y la humedad al exterior. Especialmente, evita usar el horno.
  • Cocinar comidas frías.
  • Usar bombillas que no emitan calor. Las bombillas tipo LED, además, ahorran energía.
  • Evitar actividades intensivas (como hacer deporte) en las peores horas del día.

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